terça-feira, 24 de abril de 2012

LAJUJ KAWOK (10 TORMENTA )


LAJUJ o “diez” lleva en la antigua iconografía maya el rostro del Señor de la Muerte. Conocido por muchos nombres, esta figura mitológica nos insinúa que la vida-espíritu es la raíz de la muerte. Arquetípicamente le podemos llamar “poder de transformación”. En Mesoamérica el cambio era una realidad inevitable, una verdad que es mejor aceptar y honrar. Sin ella el universo cíclico será imposible. La rigidez de criterios o el intento de hacer una realidad inmutable no tiene cabida en la lógica de la cosmovisión de este pueblo.
Siendo que la naturaleza de las cosas es dual, es necesario un principio y un fin para que existan. Además, la existencia debe originarse y permanecer gracias a la no-existencia. Esta última faceta no es falta de vida. Al contrario, la vitalidad de la no-existencia permanece eternamente latente, en potencia y sin manifestar. Esta cualidad permite el surgir de las cosas, su desarrollo, degeneración y caída. Esencialmente inmutable, el UK’U’X es en sí mismo la muerte: lo delata su cualidad de descanso y paz primigenios. Todo nace de la deidad y todo termina en ella. Sin embargo, su rostro cadavérico no es de dolor y si de la ansiada armonía infinita.

El nawual KAWOK es el poder que el SER o Espíritu tiene de traer mudanza positiva y fertilidad a nuestra existencia personal. Algunas veces se manifiesta como una tormenta arrasadora, que destruye circunstancias externas que ya no nos son útiles a la evolución o crecimiento personal. Otras veces, se presenta como la fuerza interior que fecunda ideas creativas, sentimientos positivos y acciones rectas. Es el nawual que permite a nuestros cuerpos hacerse receptivos a la presencia trascendental, celestial o divina. 

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